Respirar es una función vital para nuestro organismo y para la vida. Una respiración fisiológicamente adecuada aporta al cuerpo el oxígeno fundamental para todas las funciones celulares que se encargan de la asimilación de nutrientes y eliminación de toxinas.

En realidad, el proceso respiratorio es un mecanismo sencillo, regulado de forma automática por el sistema nervioso, y lo ejecutamos continuamente de forma innata e inconsciente.

Este proceso básico, se ve influenciado continuamente por las condiciones ambientales. De hecho, el aire que respiramos es el canal de comunicación más constante y directo que mantenemos con nuestro entorno. Y, por desgracia, las ciudades en las que vivimos están llenas de un exceso de partículas contaminantes que irritan y ensucian nuestras vías respiratorias, dificultan la respiración y nos producen todo tipo de alergias.

Otras veces, el estrés, la tensión nerviosa, una congestión nasal, catarro, alergia o cualquier otra afección respiratoria, hace que la respiración sea insuficiente o dificultosa, lo que afecta de forma directa a todos los procesos de nuestro organismo, y por extensión a nuestro mundo emocional y mental.

Purificación y respiración

Es por eso que se hace muy conveniente la práctica de una adecuada higiene nasal, la cual se consigue, de una forma eficiente, gracias a la lota nasal, un sencillo instrumento terapéutico usado hace varios miles de años.

Los yoguis de la India y del Tibet ya lo utilizaban en sus ejercicios de purificación en la antigüedad. Lejanas culturas del Egipto clásico también la conocían y con ella practicaban la ducha nasal.

Los antiquísimos tratados sánscritos de Hatha-yoga ya mencionaban el neti como un ejercicio básico para purificar la puerta por donde penetra en el cuerpo la energía vital o prana.

Esta técnica, además de limpiar los cuerpos sutiles y el físico, también despierta el cuerpo de energía y sus centros.

Según diversos autores, el neti tiene una notable acción directa sobre el despertar del tercer ojo y el incremento de las facultades clarividentes. Aparte de su efecto sobre el chakra frontal, también se dice que el neti purifica todos los canales de energía del cuello y de la cabeza, por lo que ejerce una significativa acción sanadora sobre cualquier desorden localizado en dichas áreas.

Actualmente es una técnica reconocida por su eficacia. Los practicantes del yoga y los seguidores de la Medicina Ayurvédica se benefician en gran medida de esta provechosa manera de prevenir y curar.

Con ella tenemos la ventaja de poder limpiar la nariz, los compartimentos nasales y los senos craneales. Además, la denominada ducha nasal con lota es una técnica rápida, eficaz y sencilla que ayuda a restablecer la salud de forma natural, sin ningún tipo de contraindicaciones.

Exportación a Occidente

Sin embargo, en Occidente no es hasta los años 70 cuando se comenzó a introducir dicho técnica gracias al doctor Alfonso Caycedo, neuropsiquiatra y creador de la Sofrología, quien había viajado a la India para conocer formas de meditación que produjeran modificaciones en los estados de consciencia y pudieran servir como terapia en psiquiatría.

Caycedo se interesó por el efecto psicosomático de las purificaciones nasales con la lota y por su posible aplicación terapéutica en Occidente. Para ello, solicitó al Dr. Campmajo, reconocido otorrinolaringólogo, una investigación rigurosa sobre el tema, quien alabó sus ventajas.

También llegó a la conclusión de que la limpieza natural e higiénica realizada con la lota mejora las funciones de las fosas nasales, entre las cuales citó las funciones respiratoria, olfativa, gustativa, auditiva, de fonación, de humidificación, de drenaje lacrimal, de recalentamiento, de defensa o protección, de filtro, etc. Además añadió la acción liberadora, es decir, poseer un estado especial de la conciencia con una respiración más fácil, cabeza más libre y una visión de las cosas más optimista.

Cómo aplicar la lota nasal

En cuanto a su utilización, su principio es sencillísimo: agua, sal y la gravedad terrestre. La sal en la proporción del agua del mar (aproximadamente); agua a temperatura corporal, disuelta y aplicada, primero a uno de los orificios nasales, con la cabeza inclinada a un lado y ligeramente levantada para que se produzcan los vasos comunicantes a medida que entra la solución salina y después por el otro orificio nasal.

Otra forma de aplicarse la irrigación con la lota nasal, a la manera tradicional hindú, es introducir la lota por uno de los orificios nasales, inclinarse hacia delante y dejar que el agua pase por sí sola de un orificio al otro. El agua cae por el orificio contrario, por lo que si se aplica de este modo, habrá que situarse sobre un lavabo o bañera que pueda recoger el agua que cae.

A continuación, se efectúa el mismo procedimiento con el lado nasal contrario.

Es muy importante tener en cuenta que no hay que aspirar. El agua va pasando muy suavemente de una fosa a otra; la mitad del depósito por un agujero y la restante por el otro.

No tiene contraindicaciones; está aconsejada de forma especial en el tratamiento de la sinusitis, detiene los resfriados, mejora los procesos del riego sanguíneo craneal, esclarece el pensamiento, atenúa la ronquera y alivia el síndrome de la abstinencia en el tabaquismo. Su uso es también aconsejado para los niños. En caso de salud estable, se puede utilizar dos o tres veces por semana; y en caso de afección, hasta dos o tres veces por día.

La forma correcta de respirar

Mantener nuestras vías respiratorias limpias es fundamental para una respiración correcta. La ciencia occidental ha comenzado a ser consciente de la importancia del proceso respiratorio, al descubrir que influye en las personas tanto a nivel fisiológico, como mental y emocional.

Es decir, actuando sobre nuestra manera de respirar, podremos influenciar también otros aspectos, como nuestras emociones y estados de ánimo. Por ejemplo, una respiración consciente, pausada y profunda actúa en nuestro organismo de forma similar a los tranquilizantes o ansiolíoticos, ya que este tipo de respiración activa sustancias y sistemas opuestos a los responsables de las respuestas de estrés, y acaba produciendo una sensación agradable de relajación y tranquilidad.

De hecho, se ha demostrado ya en varios estudios que aprender a realizar una respiración adecuada y practicarla de manera sistemática, permite reducir y controlar voluntariamente nuestro nivel de activación ante situaciones estresantes, y por tanto, reaccionar a ellas de un modo más centrado y con un menor desgaste energético y emocional. Esto supone algo muy importante, si atendemos al hecho de que las reacciones ante el estrés son la principal fuente de deterioro del organismo.

A nivel terapéutico, existen diferentes formas de respirar, en función de a qué parte de los pulmones dirigimos el ejercicio respiratorio:

Respiración torácica o intercostal

También conocida como respiración media, es el tipo de respiración regulada por los músculos intercostales. Al tomar aire, estos músculos se expanden, empujando a las costillas hacia fuera como si fuesen un fuelle y ensanchando la caja torácica. Al llevar el aire hacia esa zona notamos cómo se hincha el pecho. Esta es la forma más habitual de respirar pero no es la más completa.

Si llenamos el pecho primero, el aire quedará retenido en esta zona siendo entonces imposible llegar hasta la zona baja de los pulmones. Este tipo de respiración se asocia a la actividad del sistema nervioso simpático.

Respiración alta o clavicular

Esta es la respiración que utiliza la zona superior de los pulmones, que es la de menor capacidad. Las clavículas se alzan para abrir la parte superior de nuestros pulmones, lo que provoca que los hombros suban.

Este tipo de respiración está asociado a estados de ansiedad, puesto que automáticamente tendemos a respirar con esta zona ante situaciones amenazantes. Si respiramos de este modo durante mucho tiempo se puede producir una «hiperventilación» donde se produce una gran eliminación de CO2 en la exhalación y se produce un aumento de la proporción de oxígeno en la sangre. Este cambio en la tasa de intercambio gaseoso en nuestra sangre produce una activación psicofisiológica creciente que puede provocar o agravar aún más el estado de ansiedad o angustia.

Respiración diafragmática o abdominal

Este tipo de respiración está regulada por el movimiento del diafragma. Al tomar aire, desplazamos el diafragma hacia abajo, y éste va pasando de su forma inicial de cúpula a una forma casi plana. Con este movimiento, el aire puede llegar hasta la zona más baja de nuestros pulmones, por lo que posibilita una mayor capacidad respiratoria (la cantidad de aire que puede penetrar equivale a 3 respiraciones realizadas de forma torácica).

Esta respiración es propia de los bebés y en la edad adulta pocas personas la realizan a no ser que hayan sido reentrenadas para ello. Es el tipo de respiración que proporciona una mayor calma en nuestro sistema nervioso y según los expertos, es necesario reaprenderla para convertirla de nuevo en nuestra respiración natural.

Esta técnica puede ensayarse tumbado o sentado, con una mano colocada sobre el abdomen para sentir su movimiento. Inspirando profundamente por la nariz, podremos sentir cómo el diafragma se expande con la entrada de aire, para a continuación, exhalar por la boca, hasta sentir que nos vacíamos de aire totalmente.

Respiración completa o yóguica

Utiliza todos los órganos y músculos involucrados en el proceso de respiración, lo que permite que el volumen de aire que inhalamos y exhalamos sea el mayor posible, en función claro está, de la capacidad pulmonar, que varía según la persona.

La respiración yóguica se inicia en la zona abdominal, ascendiendo posteriormente hacia la intercostal y finaliza en la zona superior clavicular. Este tipo de respiración es el más completo y su práctica armoniza progresivamente el sistema nervioso, suaviza las emociones y reduce el parloteo mental.

Para practicarla, puede servir de ayuda acompañarla de una cuenta interna del 1 al 3 al mismo tiempo que sentimos cómo el aire va recorriendo cada zona en la inhalación y en la exhalación.

El ritmo de la respiración ha de ser lento y suave, sin forzar el abdomen ni la entrada ni la salida del aire. La práctica de la respiración completa ha de ser al principio realizada de forma consciente, pero su ejercicio continuado en el tiempo acaba moldeando a la larga la respiración, que acaba por ser integrada de forma automática al cabo de unas pocas semanas.

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